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De merecimientos no se vive. Es por ello que el empate, frente a un mezquino Luján, no debe juzgarse por el intento sino por lo realizado. Es decir, El Porvenir buscó el partido en todo momento, con balón al ras del césped y con una sana mentalidad ofensiva. El rival, en cambió, apostó desde el minuto cero a esperar y ya en el transcurso del PT se enamoró del punto.
Costó demasiado quebrar la última línea lujanera y, cuando lo hizo, el árbitro arruinó lo que podría haber sido un triunfo clave para las dos tablas, de posiciones y promedios. No hubo offside, no hubo falta, sólo Rey Hilfer sabe que se cobró.
Por el lado de Mauro Del Corro estuvo la llave del partido, en especial durante los primeros 45 minutos. Aquellas conexiones entre el volante, Arguello y Ferreyra le permitieron al Porve soñar con la apertura del marcador y de un posterior triunfo. Sin embargo, falencias a la hora de la definición y demás factores, llámese mala fortuna y errores arbitrales, le negaron la posibilidad al elenco de Ventura – Enrique.
La visita planteó un partido trabado y disputado en el mediocampo durante los noventa minutos y, claro está, que al Porvenir le sienta mejor enfrentar a equipos con vocación ofensiva. Allí, los huecos aparecen solos y, en partidos anteriores, se han aprovechado más que bien.
No fue el mejor rendimiento blanquinegro. Eso se palpa al instante. Ahora, brindo por la iniciativa blanquinegra de jugar con la pelota al suelo, con el área rival entre ceja y ceja. Con esta mentalidad de juego no caben dudas que El Porvenir peleará arriba y cumplirá el objetivo primordial para el plantel, escalar en la tabla de promedios.
MATIAS GONZALEZ
