Muñiz jugó un gran partido pero por no poder definir arriba y una pelota parada, se encontró abajo en el marcador, hasta que con mucho esfuerzo y ganas logró el empate en tiempo adicional, poniéndole algo de justicia al marcador, porque una derrota hubiera sido demasiado premio para El Porvenir.
Y finalmente el día esperado por todos los hinchas quemeros llegó, con el debut del renovado equipo dirigido por la dupla Piacenza-Benítez. Y la verdad es que el equipo no defraudó, porque a pesar de tener enfrente a un monstruo como El Porvenir, debutante absoluto de la categoría, no se amilanó, lo dominó, lo maniató, y mereció largamente la victoria. Pero por esas cosas del fútbol, tras un dudoso tiro libre cobrado a favor de El Porvenir, Valdez la clavó en el ángulo y los de Gerli se llevaban tres puntos exagerados (Negrete volvió a hacer de las suyas). Hasta que de tanto insistir, el premio llegó en pies de Mercado, un defensor, para que lo grite la gente que se trasladó hasta Campana para ver al equipo, dándole un poco de justicia al resultado.
Quizá en los papeles, sobre todo la gente de Gerli, esperaba ver otra cosa. Pero los que habían visto al equipo de la dupla, sabían de lo que era capaz. Una idea de juego clara, tratando siempre de jugar al fútbol, revoleando en defensa cuando es necesario, pero siempre tocando y tratando de crear juego.
Fue así como con el correr de los minutos, Muñiz comenzó a dominar el encuentro y a acercarse peligrosamente al área defendida por Eduardo González. Pero siempre le faltaba la puntada final, cuando llegaba el momento de definir, la visita se las rebuscaba para salvarse.
Con el partido planteado de esta manera, El Porvenir atinó a esperar y buscar el contragolpe, resignando las intenciones de jugar al fútbol. Así fue como tuvo la primera de peligro, un cabezazo que Amarillo desvió al corner cuando parecía gol.
El quemero seguía llegando, con el fútbol creado en pies de Kevin Juan, Carmenini y Lucas Andino, y las ganas de Maldonado en ataque. Se lo vio muy movedizo arriba al jugador perteneciente a Argentino de Merlo, tratando de probar varias veces el disparo al arco de media distancia, pero sin éxito. En el círculo central, Gastón Illuminati se hizo dueño y señor: cortó, metió y limpió jugadas para que sus compañeros ataquen: una fiera.
Los minutos pasaban y Muñiz insistía pero no podía convertir. Incluso llegó hasta el fondo varias veces, metió centros atrás por bajo, centros a media altura, pases adentro, pero no tenía suerte. El Porvenir terminó apostando a la pelota parada, al no poder llegar con claridad al arco.
Sobre el final, de un tiro de esquina por izquierda a favor de los de Gerli, vino un golpe de cabeza que terminó adentro del arco, pero el juez de línea lo invalidó por estar en posición adelantada, a pesar de las protestas de los allegados al blanquinegro que se encontraban detrás del arco. Así se iba la primera etapa.
En la segunda, se acentuó aún más el dominio de los que hacían las veces de local en Campana, a tal punto que los jugadores de El Porvenir, descolocados, empezaron a pegar a mansalva. A Negrete se le volaron los papeles, porque primero un terrible patadón de Gustavo Fernández a Mercado, y después un golpe innecesario del ingresado Campaz al disputar un balón aéreo eran merecedoras de roja. Pero el árbitro prefirió lavarse las manos, y resolver las dos jugadas mostrando la amarilla. Y siguió haciendo de las suyas, cobrando cosas inentendibles.
El que más probaba al arco era Maldonado en Muñiz, con varios disparos que se fueron desviado o contenidos por el arquero Fernández. Pero como uno de los tantos dichos que se dicen por ahí, como el Rayo no podía convertir, de una falta dudosa cobrada a Illuminati casi en el vértice del área, vino un exquisito disparo de Valdez para colgarla en el segundo palo, nada que hacer para Amarillo: 1-0 cuando faltaban diez para que terminara el partido.
El premio era demasiado excesivo para la escasa propuesta de juego del equipo del trajeado Philipp. Y los jugadores lo sabían, así que a partir de ahí se mataron haciendo tiempo: se tiraban los delanteros, se tiró el arquero aquejando un dolor que ni él sabía explicar, revoleaban cualquier pelota que encontraran a cualquier lado y pegaban aún más cortando de esta forma el juego y tratando de poner nerviosos a los jugadores del Rayo.
Pero la justicia divina iba a sobrevolar sobre el estadio de Puerto Nuevo, en Campana. Porque luego de que Negrete, que en esta sí se le da la derecha, adicionara cinco minutos (a pesar de las protestas injustificadas de los allegados del Porve, no tenían nada que reprochar), de tanto insistir, Muñiz tuvo su premio: el gol. Centro al área, la pelota le quedó a Mercado en posición de ataque, la paró, y apareado por la marca, casi en el área chica, encaró al arquero y le cruzó el remate por lo bajo al otro palo: gol y delirio. Y, sobre todo, un poco de justicia.
Los jugadores de El Porvenir no podían creer cómo se les iba la victoria en el tercer minuto de adición. Y es más, si le daban a Muñiz cinco minutos más, se lo ganaba, porque en lo poco que restó de partido siguió aproximándose peligrosamente al arco. Pero no había tiempo para más, Negrete decretaba el final con el empate en 1.
El resultado dejó un sabor dulce y positivo: porque fue sobre la hora, porque enfrente estaba uno de, en los papeles, candidato y porque se jugó mejor. Pero precisamente por esto último, si el equipo de la dupla ganaba no iba a ser para nada descabellado: jugó bien, se notó a las claras que el equipo sabe a lo que juega y es consciente de sus ventajas y sus limitaciones. Jugando así, no hay dudas de que el equipo dará mucho que hablar. El comienzo fue positivo.
Por: www.elrayorojo.com.ar