SU PRINCESITA SE TRANSFORMÓ EN SAPITO

El Porvenir ganaba y jugaba bien de la mano del "Sapito" Valdez, pero se equivocó feo en los cambios y lo perdió en el final. ¡Ay!

Atrás había quedado un decepcionante estreno de año ante Sportivo Barracas y era hora de redimirse ante su público enfrentando a un candidato de la divisional como es Leandro Nicéforo Alem.


El Porvenir sabía que debía ganar, fuese cual fuese el precio, y así lo entendió al menos en el primer tiempo.

Con la inclusión de Martín González para acompañar en la delantera a Gustavo Fernández como novedad táctica y como principal carta ganadora, el local no tardaría en complicar al "Lechero" a través de su dúo de ataque.

Cuando el equipo daba las primeras muestras de que no extrañaba a Leandro Argüello, la iniciativa de los de blanco y negro trajo sus tempraneros frutos mediante un magnífico tiro libre ejecutado por Damián Valdez.

Zurdazo de "Sapito", pelota por afuera de la barrera, mirada atenta de Nicolás Flores y pelota colándose junto al segundo palo, imágenes de un 1 a 0 que dejaba al primer período a merced de los de Gerli.

Cabeza levantada de sus volantes, delanteros que se movían y complicaban, Ángel Cuevas con buen despliegue y mucho sacrificio, y el goleador de la tarde con la mente fría y haciendo jugar a sus compañeros: El Porvenir exhibía sus virtudes y, dato no menor, ganaba.

¿Alem? Poco y nada. Sólo la exigencia constante en ataque de Ángel Ríos y las siempre preocupantes pelotas paradas en contra fueron los únicos argumentos que se podían llegar a esgrimir si alguien ponía en duda que el primer tiempo se iba a ir con ventaja local.

¿Cómo se explica el resultado final habiendo comentado un juego aceitado y práctico del "Porve"? Pasemos al segundo tiempo.

El complemento mostró a otro Alem: con las mismas dificultades a la hora de crear y de merodear a Eduardo González, pero con actitud un poco más ofensiva y con sus líneas algo adelantadas.

A pesar de esta nueva versión del equipo de Ariel Ércoli los locales controlaban el trámite y, si se les presentaba la oportunidad, podían liquidar el partido.

Pero en oposición al excelente planteo táctico que desarrolló Marcelo Pascutti con sus dirigidos, el DT se equivocó feo en las modificaciones y lo terminó pagando demasiado caro.

Ni Enzo Gómez Leguizamón ni Robert Campaz Arboleda estuvieron a la altura del partido, por el contrario, terminaron perjudicando el buen andar de El Porvenir.

Un tiro de esquina para el de Gerli sin resolver derivó en la misma jugada de pelota parada pero en contra y allí se produjo lo peor: centro al área y conexión de Roberto Páez de zurda que agarró en frío al "Peque" y dejó las cosas igualadas.

Con más vergüenza que ideas y jugadores capaces de desnivelar, el local se le fue al humo para tratar de acallar la lluvia de reproches procedente de la cabecera que da espaldas al viaducto José María Paz.

Sin embargo, la falta de ideas para terminar una jugada (es decir, patear al arco o a la tribuna pero patear y no dejar contragolpes al rival) dejó al "Blanquinegro" con las manos vacías y masticando bronca.

En la última bola otorgada por el buen arbitraje de Mariano Negrete, Román Gnocchi apareció por primera vez en juego (mejor tarde que nunca) para habilitar a Ángel Ríos que, lejos de demorarse y dejarse anticipar, sacó una media vuelta tremenda que se alojó en el palo más lejano de González para que la alegría y los tres puntos saquen pasaje rumbo a General Rodríguez.

Tristeza, bronca y demás sensaciones se multiplicaron tanto en el césped como en las tribunas, no sólo por la insólita manera de dejar escapar un partido, sino también porque se presagia un porvenir oscurísimo y triste... Tan triste como estar un año sin fútbol.

Guido Guichenduc