Y TENGO SUEÑOS DE RATÓN Y DE TERRAZA DE HOSPITAL

Leandro Gómez, el más peligroso en El
Porvenir, fue uno de los pocos que estuvo
a la altura del partido. Decepcionante debut.
El Porvenir recibió un duro cachetazo de Sportivo Barracas y quedó condenado a mirar por un buen rato la tabla de los promedios. ¿Reducido? Lejos por ahora.


Ilusión y confianza sobraban en Gerli. Es que El Porvenir demostró durante la pretemporada que, a pesar de la larga lista de desvinculaciones y de la escasez de refuerzos de jerarquía acorde al club, estaba capacitado para jugarles a todos de igual a igual, e incluso trepar posiciones pensando en el reducido y la posterior posibilidad de ascender.

Lo cierto es que desde el minuto cero se vio a un equipo local muy limitado en sus líneas pero con una cuota de concentración y de seriedad importante, a la hora de disputar cada pelota, que hizo que ganara protagonismo en el desarrollo del partido, aunque eso no alcanzara para ponerse en ventaja.

Fue recién mediante una pelota parada, principal y casi única virtud del "Arrabalero" para lastimar, que pudo ser vulnerada la endeble resistencia de Manuel Peralta Salinas, luego de que Matías Pardo aprovechara una habilitación de cabeza para marcarle a su ex club sin ninguna marca y estableciera la primer diferencia.

¿Y El Porvenir? Todavía de pretemporada o, tal vez, aún de vacaciones. Sólo recién después de la apertura del marcador se vio un intento de protagonismo por parte de Leandro Argüello, aunque sólo fue acompañado de a ratos por Damián Valdez y Brian Ferreira, en la creación, y por Leandro Gómez a la hora de correr a espaldas de los laterales y buscar la habilitación del "Gordo". Mientras tanto Gustavo Fernández, perdido entre los centrales rivales, estaba a kilómetros de distancia y nunca fue encontrado.

El primer tiempo, que pudo haber finalizado con igualdad por las sitaciones generadas a través de la velocidad de Gómez, se fue con la ventaja de un equipo que aprovechó su única situación ante otro que directamente le regaló valiosos 45 minutos.

En el complemento, con el ingreso del colombiano Robert Campaz Arboleda, el "Chino" recibió algo de compañía y el cuadro de Marcelo Pascutti fue totalmente otro.

Argüello se desmarcaba con facilidad, Campaz lo buscaba siempre a Fernández y éste último tuvo dos aproximaciones: la primera con un mano a mano, tras ingresar de izquierda hacia el centro, que desperdició frente al arco, y la segunda cuando fue sorprendido por el primer asistente en posición adelantada tras una peinada del colombiano.

Lo único negativo que tuvieron estos electrizantes primeros cinco minutos de un "Porve" que merecía el empate, era que justamente fueron apenas cinco minutos. Luego el encuentro se pinchó y entró en una meseta hasta que Argüello y compañía se dieron un auto golpe de knock out.

La impotencia de saberse superior y no poder generarle juego y situaciones a Barracas, desencadenó en una tristemente habitual reacción del 10 del "Porve" que dejó a su equipo con uno menos y con la certeza de que con él se iba toda ilusión de poder armar un poco de fútbol.

El posterior nerviosismo de los diez hombres que quedaban en cancha dio lugar a que el local se despertara y tratara de liquidar la historia con un gol del que su aroma ya se podía apreciar y que su llegada sería inminente.

Sebastián Santillán, mediapunta con pasado con pena y sin gloria por el "Porve" de Mariano Valentini, le dio la estocada final a un equipo destruido anímicamente y averiado en su estructura (un expulsado y, ahora, el arquero abandonando por lesión).

El pitazo final del árbitro, tras inentendibles y eternos cinco minutos de adición, fue lo mejor que le pasó a El Porvenir en la tarde de un domingo tan oscuro como preocupante para sus ¿ilusiones? de reducido.

La actualidad muestra que dicha ilusión sólo se limita a poder permanecer en esta avergonzante quinta y última categoría.

"¿Qué podría ser peor?", eso no me arregla, claro está. Esto es El Porvenir.

Guido Guichenduc
@GuidoGuichenduc