El encuentro contra Juventud Unida fue el fiel reflejo de este trance, en el cada intento por avanzar que se intenta, se termina golpeando cada vez más.
Un espantoso nivel del árbitro Juan Pafundi, fue llevando a que el banco de suplentes visitante, entre en el nerviosismo de forma rápida. Un codazo que sacó de la cancha momentáneamente a Damián Valdez, por el cual ni siquiera se cobró infracción, sumado al poco interés del línea, Roberto Paz, en colaborar marcando estos choques evidentes, fue agitando las aguas dentro de la tranquilidad que siempre caracteriza al entrenador.
Adriano Fariña tuvo que retirarse con seis puntos de sutura sobre una ceja por otro golpe y también Martín González fue víctima de un patadón, por el cual no quedó otra que expulsar a Gonzalo Leizza, solo para demostrar que las tarjetas no habían sido olvidadas en el vestuario.
Estas acciones, sumadas a la poca respuesta que encontró en sus dirigidos, hicieron que Marcelo viviera a mil por hora todo lo que estaba sucediendo, el “Lobo Rojo” no hacía sentir el hombre de menos que tenía y tampoco se avanzaba sobre el arco de Carlos Bello.
Los únicos dos que se salvaron de sus reclamos, fueron Maximiliano Fragueda, que a pesar de quedar totalmente agotado en el complemento, siempre fue alentado a más para sacar un poco de aire de quien sabe dónde, y Nicolás Cignetti, quien gratamente está demostrando un carácter muy distinto a la de un “pibe” que afronta sus primeros partidos, no solo por las ganas, sino también por la personalidad de ir al encuentro con los jueces para querer hacerlos entrar en razón (y bien) sobre lo permisivos que estaban siendo.
En la segunda etapa, ya en desventaja por el gol de Gonzalo Vivanco y con cuatro delanteros dentro del terreno de juego, el desorden táctico hizo que no se hiciera pie en la ofensiva, por lo que a Ángel Cuevas le diluviaron los pedidos para que se ubique como extremo derecho, sumado a los reproches por cada vez que intentaba alguna avanzada por el medio.
Sin embargo, el nerviosismo tuvo que entrar en un “impasse” tras la jugada de la discordia. Lucas Vallejos y Jorge Guigou disputaron una pelota y al caer, el delantero recientemente ingresado, se llevó la peor parte al quedar su tobillo totalmente desviado, aparentemente debido a una fractura.
A pesar que, salvo Vivanco, que fue expulsado tras increpar al central blanquinegro, todo el plantel local entendió que no hubo mala intención en el desafortunado choque, la hinchada del “Lobo” no tardó en llenar de amenazas al ex futbolista de su club por lo acontecido.
Allí fue cuando Pascutti le pidió tranquilidad y que no entre en ese juego para sacarlo del partido, el “Porve” todavía tenía unos minutos para buscar el empate y podía afrontarlos con dos hombres de más, pero todos sabemos como terminó el partido…
Pafundi marcó el final, la visita se dirigió al vestuario y la impotencia no se hizo esperar.
Todos los allegados y periodistas que se encontraban en la antesala, fueron oyentes circunstanciales de un descargo que las delgadas paredes no pudieron mantener puertas adentro.
Totalmente desbordado, sin poder encontrar algún tipo de explicación al momento que se está pasando, quizás sintiendo que la famosa “picadora de ídolos” este poniendo en jaque a un apellido tan importante para la historia de la institución, Marcelo Pascutti le reprochó a sus dirigidos la falta de reacción durante la tarde y en medio de esos minutos de furia, hasta les insinuó que se reclamen entre ellos esta falta de ideas, y no mediante el diálogo precisamente.
El propio técnico se retiró envuelto en lágrimas, al igual que algunos jugadores, sobretodo juveniles, hacia el micro que los estaba esperando en las adyacencias del estadio para trasladarlos nuevamente a Gerli.
Este martes, comenzará una nueva semana de trabajo para pensar en Lugano, en lo que todo parece indicar, que será un enfrentamiento que tendrá en juego muchísimo más que tres puntos.
Alan Armada
@alanarmada23
